Hola
carontones, hoy vuelve a tocar una novela negra fuera de lo común, y con
esto no quiero decir que sea extraordinaria sino paranormal. El título le viene
como anillo al dedo al blog, porque como sabréis Caronte transportaba almas hacia el inframundo a través del río
Aqueronte.
¿Encajará igual de bien en nuestro barco el contenido de la obra? Vamos a
descubrirlo.
Puede
parecer curioso que un señor de ciencias como es Juan Manuel Borrero, licenciado en Física y catedrático en Matemáticas, haya creado una historia protagonizada por la magia y el ocultismo. Sin embargo, al sumergirnos En las riberas del Aqueronte vamos a encontrar páginas plagadas de
referencias a libros y eruditos, que pretenden documentar la
acción dotándola de cierto carácter técnico. Tenemos así una obra ficticia, como bien nos recuerda el autor en su
última página, anclada a la realidad a modo de compendio de brujería.
Movida
por la curiosidad quise indagar sobre algunos datos que se mencionan en el libro. He encontrado muchas curiosidades pero voy a destacar a Jonás Sulfurino, un monje del monasterio de
Broken (Alemania) cuyas obras se encuentran referidas varias veces en esta novela. Sulfurino declaró haber tenido “tratos con espíritus superiores de la
corte infernal” y hacia el año 1001 tradujo el Libro de San Cipriano tras
haberle sido entregado por el propio Lucifer. Este ejemplar había estado en poder de Cipriano de Antioquía antes de que le pusieran un San delante del nombre. Se cree que gracias este grimorio el presanto se convirtió en un profundo conocedor de las artes
mágicas, hasta que descubrió la inutilidad de los poderes malignos frente a los
del Señor y decidió abandonar el lado oscuro.
En
las riberas del Aqueronte también incluye una breve visita guiada por algunos curiosos
rincones de la Sevilla de los 90, como El palacio de los gatos. Este edificio, hizo
las funciones de juzgados hasta 1962, cuando pasó a formar parte del patrimonio municipal. La edificación permaneció abandonada varios años hasta que simpáticos gatetes se convirtieron
en los nuevos inquilinos. En 1982 el palacio fue rehabilitado y actualmente es compartido por la Hemeroteca, el Archivo
Histórico Provincial de Sevilla y otras cuantas cosas más, aunque ya no queda ningún felino en su interior.
Sinopsis
Tras
la aparición del cadáver de una desconocida, la Sevilla de los años anteriores
a la Expo del 92 se convierte en escenario de una batalla callada, terrible e
inaudita. Por una parte, la policía, asesorada por un erudito especialista en
esoterismo y demonología, quien a la postre se convertirá en el protagonista de
la obra. Por otra, una agrupación luciferina de carácter conventual desarrolla
execrables actividades, cuya oculta finalidad, sólo podrá entreverse en los
estertores del fin del milenio. El relato de esta lucha nos conducirá no solo
por la literatura demoníaca, la parafernalia satánica y las actividades
paranormales de sus miembros, sino por la arquitectura oculta de la ciudad, los
legajos de los Archivos de Indias y Simancas y la investigación histórica sobre
la Inquisición.
La acción no
va ser tan intensa como nos sugiere la sinopsis, pero por lo demás esta resulta
bastante acertada. Sin embargo, quiero abriros el libro un poco más en canal, así que agarradme bien las tapas.
Reseña
La obra está dividida en tres partes y, os lo voy a decir sin ambages, las primeras son difícil esde leer. El narrador, en tercera persona, se obceca con
palabras como fámula, contubernio, catecumenado, urdimbre, ujier o baladí. Llamadme rara pero nunca he usado esta jerga, ni siquiera para escribir mi curriculum. Chacotas
aparte, el libro gana con los diálogos, en los que el autor controla un poco
este enrevesado vocabulario y que, por suerte, son abundantes. Por otro lado, las páginas iniciales
son algo lentas en lo que a acción se refiere, y como andemos
despistados, en alguna que otra vamos a tener la sensación de haber saltado a
la bibliografía por la cantidad de títulos que se citan de carrerilla.
Nuestros
protagonistas, el inspector Riquelme y su ayudante, Manolo Talavera, son
destinados a Sevilla para investigar el aparente asesinato de una mujer. En el
pecho del cadáver aparecen tatuadas dos extrañas figuras relacionadas con sectas
de cultos oscuros de distinta índole. Aquí
se plantea el primer enigma que los investigadores deben resolver, ¿por qué la
muchacha parecía pertenecer a dos sectas simultáneamente? Entra entonces en acción
Catulo Hernández, un jubilado entendido en ocultismo y demonología que ayudará
en la pesquisas. El erudito irá acaparando todo el protagonismo aunque no vamos
a echar de menos a los policías, porque están tan poco caracterizados que hasta
cuesta identificarlos por sus nombres. Me parece que, en general, la trama pide más descripciones, físicas y piscológicas, de los personajes.
Tras
arrojar la inevitable humareda de su puro en una cubeta metálica y colocarse
unos guantes de látex, el forense sujetó el seno izquierdo para que los
visitantes lo observasen sin dificultad. Junto al pezón, en la parte alta,
aparecía un doble tatuaje: la figura de la izquierda representaba una serpiente
en actitud agresiva. La de la derecha no
era fácilmente reconocible, aunque parecía representar una figura humana, de
repelente aspecto, protegida bajo pieles de zorro.
Siguiendo pistas y una sucesión de muertes encadenada iremos adentrándonos en un mundo de brujería y satanismo, al tiempo que
escalamos por la jerarquía de una secta luciferina.
Las partes de la novela nos dan pistas de cómo avanza la investigación, así sabemos que las primeras, círculo exterior y círculo interior, indican una aproximación creciente al triunvirato del
conventículo. La última parte, círculo de la locura, queda abierta a nuestra imaginación. He de decir que esta rompe los esquemas del resto de la novela, no sólo por la forma en la que está narrada, a modo de diario, sino porque es la más paranormal. Borrero deja aquí la teoría y se centra en la acción, un poco al estilo de William Peter Blatty. El desenlace permanece en el aire, bien para hacerle más fácil al autor
enganchar una segunda parte o para que nos vayamos a la cama dándole vueltas de 360º a la cabeza.
A pesar de lo interesante de la trama, alguna parte del libro es densa de leer, por lo que creo que está más enfocado a lectores adultos. Si Borrero hubiese suprimido referencias bibliográficas y le hubiese dado más protagonismo a los rituales satánicos, para mí la novela habría sido redonda. Sin embargo, puedo decir que si
os gusta la brujería, el satanismo y buscar palabras nuevas en el diccionario descubriréis cosas muy interesantes, aunque
tampoco esperéis que se expliquen en profundidad (pero a partir de
cierta información básica, con un par de dedos, es muy fácil recurrir a Google).
Por último quiero darle las gracias a la Editorial Círculo Rojo por habernos facilitado este ejemplar y al señor Borrero por aclararme la diferencia entre luciferinos y satánicos. Ahora ya sé por qué mi abuela se enfadó tanto cuando le enseñé las estrellitas monas que había aprendido a dibujar.
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