miércoles, 22 de julio de 2015

Precuela de Harry Potter

Esto no es una reseña. Bueno, sí, pero una reseña encubierta. Supongo que el plato fuerte de la entrada está al final, pero no os lo voy a contar para que me leáis sin darle a la flechita de bajar muy rápido, que yo se que a veces mola mucho.

Lo que os voy a presentar aquí es la precuela de Harry Potter, escrita por J. K. Rowling.  Creo que la llamó precuela por darle algún nombre, porque realmente es una brevísima historia en la que se nos narra el trozo de una parte de un fragmento del pedazito de una aventura protagonizada  por James Potter y Sirius Black.

La historia en cuestión fue publicada en el 2008 en internet (es decir, un año después de que pudiésemos tener en la mano la última entrega de la saga), por el wifi mismo de la escritora. Rowling manuscribió también el relato (cuya foro podéis ver un poco más abajo)  y la vendió por 25 000 libras en subasta benéfica. ¿Y quién fue el loco que pagó 35 000 euros por un cacho cartón poco más grande que una postal con un montón de palabras apretujadas? Un japonés forradillo, estaba claro, si no sé de qué os extrañáis.



Fotografía de la precuela de harry Potter escrita a mano por la autora de la saga. Llama la atención el esfuerzo que tuvo que hacer la pobre para meter 800 palabras en tan poco espacio. Y también que escriba como yo los lunes por la mañana.


Pero bueno,  pongámonos en situación. La historia se ubica temporalmente unos tres años antes del nacimiento de Harry Potter, y espacialmente en algún lugar desconocido dentro de las fronteras del mundo muggle. Sirius y James van montados en la flamante motocicleta del primero, que años después será  la que lleve al Harry bebé hasta las puertas Privet Drive. Por una descripción que hace la autora podemos deducir que los dos chichuelos ya se encontraban metidos en la Orden del fénix y probablemente en esta precuela se encontrasen liados con alguna misión u otro tipo de hazaña anti-el-que-no-debe-ser-nombrado.

La historia ni me ha gustado ni me ha dejado de gustar, es tan breve que me hace difícil poder tener una opinión consolidada. Sin embargo, por esto mismo, sí que recomiendo leerla, porque no os va a quitar mucho tiempo de vida y a los fans de Harry Potter siempre se nos hace agradable leer este tipo de historias off-topic de la saga.  

Y ahora lo mejor, o lo peor, de la entrada. La historia sólo fue publicada oficialmente en inglés, y como no he encontrado ninguna traducción que me convenza,  he intentado hacer yo una. Quizás encontréis alguna más correcta gramaticalmente en otros sitios de la red, pero bueno, lo que yo os traigo creo que hace el apaño. De todos modos, os recomiendo leerla en inglés porque en general se entiende bastante bien.


La veloz motocicleta tomó en la oscuridad una curva cerrada tan rápido que los dos policías del coche que la iba persiguiendo profirieron un grito de asombro. El sargento Fisher aplastó su gran pie contra el freno, convencido de que el chico que iba montando en el asiento trasero saldría disparado y acabaría debajo de sus ruedas. Sin embargo, la motocicleta dio la curva sin desmontar a ninguno de sus ocupantes, y con un guiño de la luz roja trasera, se desvaneció por la estrecha calle de al lado.

– ¡Ahora les tenemos! – gritó con entusiasmo el agente de policía Anderson – ¡Es un callejón sin salida!

Fisher se inclinó sobre el volante y redujo la marcha violentamente, levantando la pintura de uno de los lados en el coche a medida que lo forzada a entrar en el callejón.

Allí, bajo la luz de los faros se encontraba su presa, inmóvil tras al menos un cuarto de hora de persecución. Los dos motoristas estaban atrapados entre una elevada pared de ladrillo y el coche patrulla, que avanzaba hacia ellos como un amenazante depredador de ojos luminosos.

Había tan poco espacio entre las puertas del coche y las paredes del callejón que Fisher y Anderson tuvieron dificultades para salir del vehículo. El tener que moverse como cangrejos hacia esos dos bribones hirió su dignidad. Fisher arrastró la generosa barrida a lo largo del muro, haciendo saltar los botones de su camisa a medida que avanzaba, y acabó por desprender el espejo retrovisor con el trasero.

– Bajaos de la moto – les rugió a los jóvenes que sonreían con suficiencia bañados por la luz azul del coche patrulla, como si estuvieran disfrutando.

Hicieron lo que les dijo. Tras haberse librado del retrovisor roto, Fisher les fulminó con la mirada. No parecían tener más de 20 años. El que había estado conduciendo tenía el pelo largo y negro, y su insolente atractivo le recordó desagradablemente al vago novio guitarrista de su hija. El segundo chico tenía también el pelo negro, aunque era corto y estaba despeinado por todos lados. Llevaba gafas y exhibía una amplia sonrisa. Ambos vestían camisetas de manga corta decoradas con un gran pájaro dorado, el emblema, sin duda, de alguna atronadora banda de rock.

– Sin casco – Chilló Fished, señalando de una cabeza descubierta a otra – ¡Excediendo el límite de velocidad considerablemente! – De hecho la velocidad registrada había sido superior a la que Fisher estaba dispuesto a admitir que una motocicleta podría alcanzar – ¡Sin detenerse ante la policía!

– Nos hubiese encantado parar a charlar. – dijo el chico de las gafas – Solamente estábamos tratando de…

– No te hagas el listo. ¡Estáis metidos en un lío! – gruñó Anderson - ¡Nombres!

– ¿Nombres? – repitió el del pelo largo. – Er…, veamos. Está Wilberforce … Bathsheba … Elvendork …

– Y lo bueno de ese es que lo puedes usar tanto para chico como para chica. – dijo el de las gafas.

– Oh, nuestros nombres, ¿queríais decir? – dijo el primero viendo como Anderson farfullaba con rabia. – ¡Deberíais haberlo dicho! Este de aquí es James Potter y yo soy Sirius Black.

– Las cosas se van a poner negras para ti en un minuto, pequeño e insolente ….

Pero ni James ni Sirius le prestaban atención. De repente estaban alerta como perros de caza, mirando más allá de Fisher y Anderson, por encima del techo del coche de policía, a la oscura boca del callejón. Entonces, con idénticos movimientos, metieron la mano en sus bolsillos traseros.

Durante un momento, los policías creyeron ver el resplandor de un arma, pero un segundo después vieron que los motoristas no habían sacado más que…

 ¿Baquetas? – se mofó Anderson – Menudo par de bromistas, ¿no? Bien, quedáis arrestados por …

Pero Anderson nunca llegó a nombrar los cargos. James y Sirius habían gritado algo incomprensible y los haces de luz de los focos del coche se habían movido.
Los policías se dieron la vuelta, y entonces se tambalearon hacia atrás. Tres hombres estaban volando… VOLANDO, por encima el callejón montados en escobas. Y en ese mismo momento, el coche de policía se empezó a elevar sobre sus ruedas traseras.

A Fisher le fallaron las rodillas y cayó sentado; Anderson tropezó con las piernas de Fisher y cayó sobre él. ¡Flung! ¡Bam! ¡Crunch! Escuchaban a los hombres de las escobas golpear el coche elevado y caer, aparentemente sin sentido, en el suelo, mientras los pedazos rotos de sus escobas repiqueteaban a su alrededor.

La motocicleta cobró vida de nuevo con un rugido. Con la boca abierta, Fisher se armó de valor para mirar a los muchachos.

– ¡Muchas gracias! - dijo Sirius por encima del ruido del motor – ¡Os debemos una!

– Sí, encantado de conoceros. – dijo James – Y no lo olvidéis: ¡Elvendork es unisex!

La tierra tembló y Fisher y Anderson se abrazaron el uno al otro con miedo; su coche acababa de caer al suelo y ahora era la motocicleta la que comenzaba a elevarse.

Ante los ojos incrédulos de los policías la motocicleta salió disparada: James y Sirius se alejaron hacia el cielo nocturno, con la luz trasera parpadeando como un rubí que se desvanece.

No hay comentarios :

Publicar un comentario